Sobre paseos peatonales e hitos verticales.
- cicleayque
- Apr 22
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Las calles y veredas, plazas y áreas verdes son, en su mayoría, espacios públicos que le pertenecen a cada persona que habitan y visitan las ciudades. Son tal vez los únicos espacios en que debemos compartir por múltiples usos que le damos día a día, desde el transporte, a la recreación, como también a la conservación.
Como todo espacio compartido, nos hemos puesto de acuerdo para ordenar sus usos y cuidados a través de distintas normas y enseñanzas. También le hemos dado responsabilidades a quienes velan por la mantención, el orden y su planificación, de lo que puede haber y no puede haber, para que, nuevamente, todos y todas tengamos la capacidad de usarlos adecuadamente. Malos usos, como vehículos mal estacionados, causan una importante disrupción, cuando se hacen costumbre. Y cuando sólo se piensa en darle respuesta al tránsito (y estacionamiento) vehicular, todas y todos perdemos la oportunidad de encontrar mejores usos, como movilidad más limpia y segura; más y mejores espacios comunes y áreas verdes interconectadas.
Tal vez la mayor amenaza que tenemos actualmente en nuestro espacio público es la cantidad de vehículos motorizados en circulación cuyos conductores que se introducen en la ciudad para acercarse a los centros de educación, trabajo y comercio. Como cada año se suman casi 1000 vehículos nuevos en esta ciudad es que vemos los resultados en los problemas que tenemos hoy en día. La historia es clara y la hemos aprendido y re-aprendido en distintas partes del mundo: El tráfico y uso indiscriminado del automóvil no se regula con más espacio para los vehículos, ni con sumar más vías; el tráfico se regula restringiendo espacio de circulación vehicular, a través de diferentes planes y estrategias. Menos calle para movilizar autos y más para movilizar personas.
La Municipalidad, en pocos intentos y con poca planificación, (aunque intentos, al fin y al cabo) han estado limitando el espacio para automóviles, a través de los ya famosos hitos verticales plásticos y con el reciente pronunciamiento de peatonalización de Calle Condell, un espacio adeudado por décadas en el centro de la ciudad. Las formas en que se han llevado a cabo, si bien carecen de una debida participación, socialización, información ciudadana e involucra una inversión desproporcionada para el efecto esperado, van en la línea correcta de tratar de corregir el desorden y mal uso del espacio público, donde por falta de seguridad vial o la falta de consciencia de conductores y de fiscalización efectiva han mermado la calidad, seguridad y accesibilidad del espacio que compartimos y que nos es común.

Hace más de 60 años, allá por el norte de Europa, con sus climas fríos y ciudades pequeñas y medianas, en medio de la saturación de espacio por vehículos, siniestros y muertes viales, se comenzaron a implementar proyectos pilotos de peatonalización de calles. Autoridades locales como las de Rotterdam, Ghent, Copenhague se motivaron a ordenar, cuidar el espacio y limitar el mal uso que se le daba. El comercio les amenazó, en algunos casos de muerte, la prensa dijo que nunca funcionaría, que esto no era el Mediterraneo (mejor clima y sociedad más abierta), vecinos se enojaron y transportistas marcharon en contra. Pero la voluntad política fue más fuerte y esos proyectos pilotos demostraron que sí se podía, puesto que la sociedad, el comercio y el tránsito se beneficiaron ampliamente con la implementación de estos proyectos. Este tipo de proyectos piloto y experiencias similares, se ha replicado en miles de ciudades, en cientos de países, con la misma cadena de resultados: Peatonalizar centros urbanos es garante de más seguridad, menor contaminación y ruido, mejor espacio público e incremento de ventas en el comercio.
Jahn Gehl, creador del concepto de la ciudad a Escala Humana, lo dice de forma sencilla: “¿De qué sirve tener un auto estacionado fuera de tu local o tener vehículos andando a 40km/h, si puedes tener a muchas personas caminando, viendo tu local a menor velocidad y encontrándose con sus conocidos y amigos en ese espacio?”
Las críticas que han existido por la “ocupación” de los hitos y la peatonalización de parte del centro de Coyhaique son parte del relato que han tenido todas estas otras ciudades. La voluntad que se requiere, eso sí con mejores formas de ejecución, participación y sensibilización, debe mantenerse por el alcalde y su equipo, sin importar incomodar a quienes critican, muchas veces sin fundamentos, acciones que van en línea con vivir en una ciudad más amigable, sostenible y limpia. Por nuestra parte, como ciudadanos, tenemos no solo el derecho, sino también el deber de exigir que el espacio común se respete, a través de estos u otras iniciativas y proyectos adeudados de accesibilidad y seguridad, y asegurar las formas de participación que definen cómo nos encontramos en la ciudad.

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