Era invierno cuando un montón de hojas de los dos árboles de cerezo estaban apiladas en el patio de la casa. Años atrás se hubiesen quemado y vamos contaminado el aire. Hasta hace poco, quemar basura era considerado “normal” por así decirlo para deshacerse de esta (mal llamada) basura. No había noción de lo que es el compostaje.
Y así un día me decidí y elaboré una compostera con las hojas de los cerezos que cayeron, sumando la materia orgánica que iba saliendo de mi casa, de los almuerzos y las cenas que la Tía Chela prepara hasta el día de hoy. Pero me faltaba lo principal, lombrices californianas que ayudaran a la degradación hasta convertirla en sustrato. Aquí es donde Florencia, con el entusiasmo que la caracteriza, me provee de estas lombrices y me cuenta como ella aprovecha la materia orgánica de su casa y cómo estas amigas, después de un periodo de tiempo, me devolverían toda esta materia orgánica en forma de compost, sin usar energía y sin malos olores.
El tiempo pasó y fue tomando forma esta compostera, fui aprendiendo sobre los cuidados que deben tener las lombrices, que son el motor principal de todo este proceso, qué materia orgánica se puede agregar y qué materia no, cuándo dar vuelta la tierra para su aireación o qué otros microrganismos pueden convivir con las lombrices. Así fue comenzando el ciclo dentro de este mundo en forma de compostera. Con el tiempo fueron apareciendo otros microorganismos y esto me daba una señal de que iba por buen camino.
Esta iniciativa generó el interés de más personas, las cuales preguntaban en qué consiste este proceso de compostaje, cómo ellos y ellas podían realizarlo en sus casas, si el proceso emitía algún tipo de olor al ambiente, si llegaban ratones a la casa, etc. Una a una se fueron despejando estas dudas y comenzaron a crear sus propias composteras, pudiendo además compartir lo que yo he ido aprendiendo en este tiempo y viceversa. Se armó una pequeña red de entusiastas compostistas.
Sólo este proceso me llevó a sacar el siguiente cálculo: si en mi casa recuperamos 5 kilos de materia orgánica a la semana, en el mes serian 20 kilos que podemos compostar. Ahora multipliquemos esos mismos 20 kilos por las 18.500 viviendas que hay en el radio urbano de Coyhaique, esto nos da un total de 370 toneladas de materia orgánica que de manera mensual generamos en Coyhaique, el número aumenta a 400 toneladas si consideramos a las viviendas de los alrededores de la ciudad.
400 toneladas al mes, alrededor del 50% de los residuos que generamos en la ciudad, 200 camionadas necesarias al mes, sólo llevando materia orgánica que se va de manera directa al vertedero, en el cual no se realiza ningún tipo de tratamiento. Insostenible, por decir lo poco.
Cuando vi que ya podía obtener suficiente compost y posibilidad de venta fueron apareciendo conceptos nuevos como Economía Circular, asumiendo que la materia orgánica utilizada no es percibida como residuo, sino como materia prima. A eso le sumé la idea de venta y reparto amigable con el medio ambiente, significando que llevaría el producto final en bicicleta o a pie. Beneficio económico y ambiental conjugados, al poder vender y tener personas que me compren compost. ¡Y un tremendo desafío para mis piernas viviendo en el sector alto de los Canales!
La Electrificación
Un día, la misma Florencia y Nico me dijeron: ¡¡Te podemos prestar una bici con asistencia eléctrica para que te movilices en tu día a día y vas a ver cómo te simplifica la vida!! Agradecido del gesto que los chiquillos tuvieron conmigo me animé a movilizarme en esa bici, al principio con un poco de miedo e incertidumbre de cómo manejar este tipo de bicicleta y ansioso también por aprender y ver la diferencia con la mía.
De inmediato me llamó la atención en cómo la asistencia te impulsa en cada pedaleo, el corto tiempo que me tomó desplazarme desde el sector centro de Coyhaique al sector alto, teniendo en cuenta la pendiente de la ciudad. En ese momento pensé, ¡¡esta experiencia va a estar bakán!!
Así comienza esta breve, pero nutritiva historia donde tuve la oportunidad de movilizarme dentro de la ciudad de Coyhaique, registrando todos los trayectos realizados con esta bicicleta con asistencia eléctrica, algo que tiempo atrás ni me imaginaba, mucho menos que iba a servir de gran ayuda para realizar repartos de manera segura, rápida y sobre todo sin contaminar.
Los siguientes días avanzaron en trayectos desde mi casa al trabajo y viceversa. Cada tarde que subía desde el sector centro al sector alto me convencía más de que una bici eléctrica simplifica un poco más la vida, ya sea con la asistencia como en la comodidad de la misma bicicleta frente a andar en colectivo, que en mi caso era la única otra opción de movilidad. Cada viaje lo iba registrando en Strava y a su vez iba registrando el progreso en cuanto al tiempo de desplazamiento y lo comparaba con mis trayectos realizados con mi bicicleta sin asistencia eléctrica y el cambio es significativo. En especial ahora que, en ocasiones, movía varios kilogramos de compost.
Más aún, el apoyo fue tremendo: Me pude desplazar hacia diferentes puntos de la ciudad (Población Clotario Blest, Obispo Michelato, Almirante Simpson y El Bosque) con mucha facilidad. Lo que, en una bicicleta normal, me llevaría 30-45 minutos, con la bici eléctrica me tomo 15 minutos, haciendo más ameno el poder movilizarse en una ciudad llena de vehículos, sin cultura de convivencia vial, de poca fiscalización por parte de las autoridades, de poca infraestructura para que las personas se motiven a movilizarse en bicicleta y donde sabemos que podemos cubrir nuestras necesidades básicas en un radio de 5 kilómetros.
En conclusión, cuando hay motivación y ganas, hasta repartir compost a pie se hace agradable. Pero con asistencia eléctrica en la bici, se disfruta mucho más.
Gracias a las personas que se dieron el tiempo de leer esta reseña y ojalá puedan dimensionar, como yo, que a veces un pequeño cambio en nuestra rutina como es el compostar, puede generar cambios positivos que van más allá de nuestro metro cuadrado. También agradecer de manera especial a las personas que me ayudaron con la compra de tierra de compost, ya que fueron motivadores de realizar el reparto de manera ecológica, aportando a esta economía (doblemente) circular.
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