Si el 2020 nos ha enseñado algo es que en un año pueden suceder muchas cosas que cambian o que nos fuerzan a cambiar cómo no organizamos dentro de una sociedad. Esos cambios, sin embargo, son fundamentales en cómo nos relacionamos con nuestro entorno y cómo nos preparamos para lo que viene. Es una lástima que seamos tan malos para cambiar, que nos cueste tanto diseñar, actuar y vivir bajo una dinámica de cambios. A pesar de la urgencia e impacto que esos cambios pueden generar.
Sólo en materia de movilidad el año 2020 ha sido como un año 0. Un punto de convergencia o más bien una colisión entre los cambios que han demandado las amenazas como la Pandemia y el Cambio Climático, los cambios que prometen las oportunidades como la Nueva Constitución y los próximos Gobiernos Regionales, y nuestra siempre presente inamovilidad al cambio. Definitivamente un año de inflexión. Un año 0.

La pandemia de este año 0 ha demostrado lo vulnerable que es nuestra forma de movilización, en que hemos tenido que parar mientras se han promovido los modos más activos de desplazamiento como la bicicleta y caminata. Precisamente el año 0 ofreció la oportunidad de repensar nuestra ciudad y espacio desde la inmovilidad, con el objetivo de ir pagando la deuda de hacerlos más justos, más flexibles, seguros y amigables. Sin embargo, esta configuración ha traído consigo una innecesaria alza de víctimas fatales de ciclistas a nivel nacional, por las típicas y viejas barreras de gestión urbana, fiscalización, educación y por sobre todo de la asimetría de poder (energético) que tiene un bus, camión, auto, versus un peatón o ciclista. En el espacio para movilizarnos no ha habido cambios. Todavía rige la ley del más fuerte.
Mirando por sobre los hombros de la pandemia, el cambio climático es el mayor de los desafíos que tenemos. Permea en todos los matices de decisión y acción entre lo local y global. El año 0 nos exigió actualizar y robustecer nuestra mirada hace adelante. Muy bien que como país nos comprometimos a ser carbono neutrales en un plazo de 20 a 30 años, evitando o compensando esos 10 mil millones de kg de CO2eq que emitimos para transportarnos en auto! Pero cuando debemos actuar en sacrificar algunos privilegios y comodidades personales por el bien grupal, nos inmoviliza ese compromiso a cambiar. A pesar de la evidencia de lo que ya está pasando y lo que pasará si no cambiamos ahora. Mientras todavía seguimos yendo en auto a comprar pan a la esquina.
La nueva constitución, peleada y ganada por 4 de cada 5 personas, ofrece una oportunidad desde 0 para acordar las bases de cómo vamos a escribir un nuevo contrato social y como vamos a fomentar una mayor equidad y participación en lo que debiera ser nuestro, como el espacio público: calles, áreas verdes, entre otras. Por otro lado, los Gobiernos Regionales aseguran ir avanzando en una mejor representatividad de las decisiones que encadenan lo que se necesita a nivel local para avanzar entre otras cosas, en esa equidad y participación local. En el año 0 deberemos comenzar a elegir a quienes llevarán esa conversación adelante. En el año 0 debemos redoblar nuestra participación de esa visión y compromiso en acercarnos lo más rápido posible a la meta de nuestra movilidad: a que de verdad el año 0 sea el año que cambiamos y organizamos para llegar a 0 emisiones, 0 riegos y 0 muertes en la vialidad.
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